¡La TV no educa a mis hijas!



By
Ruth Alejandra Ramirez Chaves
14 septiembre 21
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¡La Tv no educa a mis hijas!

Con lo ocurrido en el capítulo 59 de Master Chef Celebrity Colombia, vengo leyendo en redes sociales un sinfín de quejas de padres porque el programa no es un buen ejemplo de educación para sus hijos. Lo que les puedo decir es que, en mi caso, ¡La TV no educa a mis hijas!

Todo, absolutamente todo lo que percibimos en el entorno genera un estímulo sobre nosotros, y por supuesto sobre nuestros hijos. Pero percepción no es educación. No por ver o escuchar algo, me lo apropio. Solo me quedaré con aquello que coincida con mis filtros (creencias, valores). Educar para mi, consiste en proponer un modelo de percepción del mundo. Es decir los filtros con los que creemos que se debe ver la vida. Por eso, la TV no educa a mis hijas. Simplemente provee estímulos que serán apropiados por ellas en la medida que coincidan con el modelo del mundo que como familia les hemos propuesto.

¡La TV no educa a mis hijas!
El impacto de los contenidos televisivos en nuestros hijos va a depender de lo que hayamos sembrado como valores previamente en ellos.

Los padres y la TV

Cada padre es responsable de permitir que los niños vean o no ciertos contenidos. Empecemos porque si considero que un contenido es inapropiado, pues lo primero que debo hacer es evitar que lo vea. Y es entonces cuando debo preguntarme ¿Cuáles son las razones por las que no quiero que tenga acceso a esos contenidos? ¿De qué manera ese programa choca con mi modelo del mundo?  y replantearme las estrategias para enseñarle lo que hay detrás de mi decisión.

Por otro lado, vivo en el mundo real, y sé que muchas veces no podemos controlar todo lo que ven. ¿A quién no le ha pasado que van de visita a otra casa y terminan viendo algo que no queríamos? A mí me pasa. Es cierto que no podemos tener todos los escenarios controlados. Lo que si podemos hacer es tener claridad de cuáles son esos valores innegociables para nuestra familia y trabajar por inculcarlos.

De esta forma, cuando el niño o la niña vea algo en la TV o en las redes sociales, o en cualquier otro escenario, no se va a identificar con eso. Volviendo a Master Chef y el controversial capítulo, si mis hijas lo vieran, (es cierto que son muy pequeñas aún y no lo ven) esperaría que nuestro trabajo como padres en el valor de la honestidad les diera para que ellas mismas comenten sobre lo feo que es ser tramposo. Ahí el programa se convierte en un sistema de validación de mi labor como educadora.

El poder de las historias

Quiero además retomar un concepto que siempre me ha sido muy útil y es el poder de las historias. Si bien la TV no educa a mis hijas directamente, si que la puedo utilizar como metáfora para cimentar el sistema de valores que hay en mi familia. Quizás en una conversación casual (y cuando digo casual quiero decir altamente intencionada), cuando hablemos de Cali, de juegos por equipos, de concursos, puedo recordar aquella vez en la que en Master Chef pasó esto o aquello y usarlo como estrategia para educar sin que suene a cátedra. Me viene mejor una frase como: “por eso las cosas no les funcionaron, porque realmente no trabajaron como equipo” que una del estilo “Hay que aprender a trabajar en equipo” sin un contexto que los lleve a reflejar su propia realidad.

Nuestro modelo de país

Hay algo más que no me acaba de gustar de las quejas sobre el programa. Y es que muchos de los comentarios validaban la idea de Julio Sánchez Cóccaro (mi profesor de teatro en mi certificación como Instructora de PNL, a quien admiro y respeto) de que lo que ocurrió en el programa es una Colombia chiquita.  Se que lastimosamente en nuestro país hay muchas personas que juegan sucio, que piensan que para ganar la mejor estrategia es hacer perder al otro. Pero no quiero que esa sea la idea que debamos seguir sembrando.

Empezar por entender que “los malos” no nos representan, que no nos definen como nación, es un elemento fundamental para el cambio. Creo que el mensaje real es aprender de lo que queremos que cambie, no hacer una sentencia que nos condene a la desesperanza de no poder ver un país mejor. Al contrario, estas son precisamente las oportunidades para dejar de ser como sociedad lo que hasta ahora nos lleva a hacer este tipo de comentarios. Me sueño una nueva Colombia en donde las generaciones venideras se respetarán mejor, pero eso solo lo lograremos si nosotros sembramos en ellas que el cambio es posible, y que ellos serán los gestores de ese cambio, desde el nuevo código de valores que les propongamos. Tengo fe en que no será solo un sueño.

Y por esto también pienso que, como padres, en lugar de quejarnos en redes por lo que hace un canal de televisión (su negocio es vender publicidad, no crear contenidos educativos para formar a las nuevas generaciones, y así debemos entenderlo, como un negocio), podemos dedicar más tiempo a crear nuestro proyecto de vida familiar, definiendo nuestros valores innegociables, que harán que nuestros hijos tengan un buen blindaje frente a la TV o cualquier otro tipo de influencia. Nunca he visto que quejarse construya más que enfocarse en el objetivo.

Invitación final

Y para terminar mi reflexión sobre mi tiempo no tan perdido en mis grupos de Facebook, solo quiero dejarles esta frase, que siempre me ha gustado (desconozco el autor).

“Le pregunté a Dios, ¿cómo preparar a mi hijo para la vida?

Y Él me dijo:

– “Yo le doy la vista,

tú enséñalo a observar.

– Yo le doy el oído…

tú enséñalo a escuchar.

– Yo le doy el tacto…

tú enséñalo a acariciar.

– Yo le doy la mente…

tú enséñalo a pensar.

– Yo le doy el Alma…

tú enséñalo a Amar”

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