Nido vacío: ¿Un renacer?



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agaracoach
21 abril 20
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nido vacio

El síndrome del nido vacío es una mezcla de síntomas físicos y emocionales que se presentan en los padres cuando los hijos dejan el hogar para independizarse. Entre los síntomas emocionales están los sentimientos de tristeza o pérdida, soledad, no tener nada que hacer, inutilidad o vida sin propósito. Los síntomas físicos más comunes son los relacionados con la ansiedad, por ejemplo  la taquicardia, pérdida o aumento de peso, insomnio, entre muchos otros.

El nido vacío es una de las etapas del ciclo vital familiar, e implica una transformación de la estructura de la familia, que conlleva a cambios en la cotidianidad que van a requerir de procesos adaptativos de cada uno de los miembros para reconstruir el equilibrio. Los padres deben aprender a vivir sin los hijos, y los hijos a asumir su nueva independencia. Es sin duda una disrupción en la homeostasis familiar que requerirá de ajustes importantes. Esta etapa es conocida como una de las crisis normativas de las familias (es decir, una crisis por la que se espera que todas las familias pasen, es lo que normalmente debería suceder), y por lo tanto es un motivo de consulta frecuente en los procesos de coaching familiar.  

Y precisamente, lo que buscamos en estos procesos es que las familias creen un nuevo equilibrio, y por ello les invitamos a convertir los retos de esta etapa, en una nueva oportunidad.

Aquí he seleccionado algunos de los retos de familias que han pasado por este proceso y lo que debes tener en cuenta para convertirlo en una oportunidad.

RETO

OPORTUNIDAD

Transformar la inseguridad sobre la capacidad de los hijos de cuidarse solos.

Muchos padres cuando reciben la noticia de que sus hijos quieren dejar la casa, sienten miedo, porque creen que sus críos aún no están preparados para afrontar todo lo que implica hacerse responsable de uno mismo.

Así que acá la oportunidad está en demostrarles que crees en ellos. Como cuando soltabas su bicicleta, para que se diera cuenta que ya podía hacerlo por sí mismo, pero estando ahí por si caía. Cuando veías que ya andaba unos metros solo, te volvía el alma al cuerpo, y te sentías más libre de dejarlo andar. Y un día te sorprendió haciendo piruetas en la bici, que nunca imaginaste. Va a ser igual ahora.

Cuando vayas a “su casa” por primera vez, saldrás desconsolado porque solo tiene un colchón en el piso, y recuerdas la buena cama que tenía en “tu casa”.  Pero felicítalo, como cuando pudo ir solo en la bici. Eso le dará la confianza que necesita para ir por más. Y pronto verás cómo se va abriendo paso en este mundo y conquistando sus propias batallas. Ahí sabrás que lo hiciste bien, muy bien.

Con esto no solo habrás ganado tranquilidad tú y confianza tu hijo, sino que la relación se transformará. Ya no solo serás una figura de autoridad, ahora eres más compañero, más igual. Ahora es la oportunidad que te vea a su lado, en lugar de encima suyo.

Volver a ser pareja

Cuando los hijos se van, la pareja lleva 20 o más años con el foco puesto en la crianza, y es muy frecuente encontrarse con que tienen la sensación de que ya no se relacionan como antes. ¡Y es normal, pues ya no son los mismos!

Entonces pueden empezar a crear una nueva relación, con sus nuevas prioridades, con los valores que los definen ahora en esta etapa, con la conciencia que le da la aceptación del otro con todos sus bemoles. Es la oportunidad de re conquistarse y re enamorarse uno del otro, de valorar lo que los hizo permanecer juntos todo este tiempo y construir desde ahí el camino hacia un final de la vida compartido.

Es la oportunidad de construir nuevas metas en conjunto, y de empezar a trabajar en esa visión que tenían de cómo llegar a viejos, los dos. Hagan todos los planes que les gustan, cuídense el uno al otro, ahora son de nuevo su prioridad.

Gestionar tanto tiempo libre para no caer en el aburrimiento.

Cuando estamos en la etapa de crianza nos quejamos constantemente de la falta de tiempo. Los hijos se convierten muchas veces en la excusa perfecta para dejar  de hacer cosas que queríamos, pero que con ellos, nos implicaban un esfuerzo adicional. La buena noticia es que los hijos se llevan, sin saberlo, esa excusa en sus mochilas. Entonces tenemos la oportunidad de tomar ese curso que siempre habíamos querido, volver a visitar a los amigos que habíamos dejado de ver, leer esos libros que se empolvaban en la estantería, o hacer ese viaje soñado. Debes sentirte complacido por haber criado unos hijos independientes, y pensar que ahora el tiempo es tuyo, para ti, que te lo mereces.

Es hora de comprar ese planeador gigante y empezar a rellenar espacios, estableciendo nuevas rutinas que te dan bienestar y placer, porque esta etapa no es un final, pues siempre seguirás siendo padre, es más bien, un nuevo comienzo para ti.

Manejar la sensación de casa vacía.

No importa cuántos hijos hayas tenido, el espacio que ocupaban ahora se ve distinto. Ya sea que se haya llevado todas sus cosas, o que haya dejado algunas, ahora ese espacio te pertenece de nuevo. Si no se ha llevado todas sus cosas, lo ideal es que le pidas amorosamente que lo haga. A ti, te ayudará a desapegarte y aceptar mejor tu nueva realidad, y a tu hijo a hacerse responsable por completo de su decisión de emanciparse.

Una vez el espacio este completamente libre, podrás pensar que la casa es demasiado grande para ti, y quizás pienses en mudarte, es una opción. Quizás, quieras mejor  hacer algunas adecuaciones, y por fin tener ese espacio para tu taller de pintura, tu rutina de yoga, para tener al perrito que siempre quisiste en casa, o cualquier otra actividad.

El espacio nuevo o transformado tendrá ahora el sello de tu nueva etapa, y hará que la vivas mucho mejor.

Modificar el lenguaje

El lenguaje tiene una gran fuerza en la manifestación de nuestras emociones. Hay frases que, dichas de la manera correcta, pueden cambiar drásticamente la sensación que nos producen. Mira si se siente diferente decir: “Ahora que mis hijos no están, me encuentro muy solo” vs Ahora que mis hijos no están, me he encontrado conmigo mismo”. La primera frase tiene una sensación de pérdida, la segunda de ganancia.

Cambiar la forma como te expresas sobre esta nueva situación, hará que empieces a percibirla de manera diferente, a sentirla distinta, a encontrarle un nuevo sentido.

Ejercítate en el arte del parafraseo, es decir, aprende a enunciar las cosas de manera distinta, hasta que encuentres una que te genere bienestar. Si lo vuelves un hábito, no solo pasaras de manera más amable esta etapa, sino que entrenarás a tu cerebro a ver el lado amable de la vida, y esto te vendrá muy bien para lo que queda del camino.

Estos tan solo son unos de los retos que las familias pueden enfrentar en esta etapa, pero la idea es que, así como ellos, cada familia pueda transformar su propio reto en una oportunidad de volver a florecer. Amor sin sufrimiento, mejor amor con nueva perspectiva.